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Llega una nueva tendencia en el diseño de las viviendas, la neuroarquitectura
Fecha Publicación: 11/06/2024
 
Muchas son las arquitectas que reconocen que, durante su formación, echaron en falta asignaturas relacionadas con la psicología del usuario (a la sazón, el que habitará la casa o trabajará en la oficina) y sus necesidades emocionales. Y todo esto entronca con la denominada neuroarquitectura que es “la ciencia que estudia cómo los aspectos de un entorno arquitectónico pueden influir sobre determinados procesos cerebrales tales cómo el estrés, la emoción y la memoria. Su fin es entender cuál es el funcionamiento del cerebro en correlación al ambiente, para así construir espacios que se adapten y beneficien a las personas”, explica la arquitecta María Brotons, fundadora del estudio Casalinga espacios con alma.

Su estudio integra la neuroarquitectura y la psicología ambiental para crear espacios emocionalmente saludables, priorizando el trato humano y la conexión emocional en el diseño. “Los últimos avances en el campo de la neurofisiología explican la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. Incorporar estos conocimientos ofrece nuevas herramientas para planificar de forma saludable los espacios en los que vivimos y pasamos el 90% de nuestra vida”, añade.

¿Por qué basculó su actividad hacia la neuroarquitectura?

Siempre me interesó cómo de felices son las personas y cómo es el espacio que habitan, encontrando en la mayoría de los casos una estrecha relación.

En 2019, el estudio “The GoodHome Report” puso de manifiesto que la felicidad que sentimos en nuestro hogar está estrechamente ligada con nuestra felicidad vital. Ser feliz dónde y cómo vivimos, no es solo una cuestión de parámetros objetivos como la temperatura, la iluminación, la humedad, etc, sino que también se trata de cómo nos sentimos y expresamos a través del hogar. Por eso decidí aunar mis dos grandes pasiones: la arquitectura y el mundo de las emociones, desarrollando el concepto de "arquitectura emocional". Me interesa el diseño de espacios basados en la identidad y personalidad de las personas, donde su bienestar es lo más importante.

Comenta que su objetivo es convertir viviendas en hogares, ¿esto se puede conseguir independientemente de los metros cuadrados de la casa?

Cualquier casa es susceptible de convertirse en un hogar, la dimensión realmente es la condición que menos influye en ello. Son los recursos espaciales, así como un trabajo colaborativo entre el cliente y el proyectista lo que permite crear espacios de identidad, donde el usuario pueda sentirse realizado y desarrollar su hogar.

¿Qué convierte a una casa en un hogar, de qué elementos hablamos?

La casa es aquella construcción que, a niveles técnicos, cumple las necesidades básicas del usuario incluidas en la base de la pirámide de Maslow, y opta a ser un hogar cuando cumple ciertos requisitos que tienen que ver con el usuario y sus necesidades más íntimas.

La "identidad" junto con la "personalización" del espacio son dos requisitos imprescindibles. Los muebles y los objetos que nos acompañan deben ser especialmente elegidos y tener connotaciones afectivas positivas. Que el espacio propicie la "relajación psíquica, física y emocional", así como que permita "vivencias y estancia con los seres queridos" de un modo fácil y agradable.

Háblenos de uno de sus proyectos que le haya gustado especialmente.

En este caso, “una casa con vocación de hogar” se diseñó para una familia de cuatro miembros, con edades y personalidades distintas. Ellos querían disfrutar de un mismo espacio: el salón, donde compartir el cine, la música, la lectura o los videojuegos, etc. Fue muy importante aplicar la proxemia (disciplina que analiza las maneras que siguen las personas a la hora de estructurar y utilizar el espacio), como herramienta de diseño para estudiar las relaciones y la comunicación que establecemos los seres humanos a través del espacio y las distancias que ponemos entre nosotros y hacia las cosas que nos rodean.

El proyecto de reforma se afrontó desde las necesidades y la personalidad de cada uno de los integrantes de la familia. Con una geometría muy definida de la envolvente, se buscó la funcionalidad del espacio, la amabilidad de la estancia, y la flexibilidad en su uso. El control de la luz solar y la iluminación indirecta, como recursos para favorecer el ritmo circadiano, ciclo de vigilia/sueño de sus habitantes. También fue determinante seleccionar el color, los materiales nobles y la vegetación formando parte de la experiencia multisensorial del espacio.

Y en los entornos laborales, ¿cómo se consigue que sean espacios más amables?

Pasamos más del 30% de nuestro tiempo trabajando, por lo que los espacios laborales deberían ser una extensión de nuestros hogares. De un modo proporcional, el bienestar del trabajador influye positivamente en su rendimiento, y por tanto en el beneficio de la empresa. Se hace imprescindible crear entornos adaptados a cada tarea específica. Es importante conocer con exactitud las necesidades de trabajo individual y grupal, para así diseñar estancias adaptadas que favorezcan la concentración o la creatividad. La altura de los techos, los colores, la disposición, materia y forma del mobiliario...son recursos que junto con el correcto tratamiento de la luz natural/artificial, la acústica y la inclusión de elementos naturales (vegetación), permiten crear espacios de trabajo amables y saludables.
www.idealista.com/news/inmobiliario/vivienda/2024/06/11/816354-llega-una-nueva-tendencia-en-el-diseno-de-las-viviendas-la-neuroarquitectura
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